Iván Sanjinés es el director del Centro de Formación y Realización Cinematográfica (CEFREC), institución radicada en Bolivia, y cuya importancia para el desarrollo del audiovisual de los pueblos originarios del continente es innegable.
El Centro de Formación y Realización Cinematográfica, CEFREC, es una Asociación que trabaja en el ámbito nacional boliviano. CEFREC se fundó el 13 de abril de 1989 en La Paz Bolivia. CEFREC explica su nacimiento como una institución de servicio, porque surge con el fin de atender prioritariamente y de manera especializada el componente comunicacional de experiencias y espacios organizativos, educativos y culturales, que por diversas razones, las instituciones de acción social no cubren. El punto de partida de la reflexión es que el desarrollo humano y comunitario integral solo es posible en un marco de acción transformadora de las estructuras de injusticia, exclusión y marginación ya que sin derechos reconocidos y vigentes no puede darse ningún tipo de desarrollo, sobretodo aquel que se basa en la propia cultura y en las cosmovisiones de los pueblos indígenas originarios. La comunicación es un aliado estratégico fundamental para avanzar en la transformación de la sociedad y para el logro de un pleno reconocimiento y vigencia de los derechos de los pueblos indígenas.
¿Cuándo nace CEFREC?
Nuestro trabajo comenzó en el año 1989. Desde 1994 iniciamos un proceso de preparación de lo que vino a ser el Plan Nacional Indígena de Comunicación Audiovisual. En estos 12 años se ha desarrollado un trabajo muy intenso e interesante, porque antes no había indígenas haciendo comunicación audiovisual, es decir, video, TV, películas de ficción, documental. En este tiempo se ha capacitado a indígenas de casi todas las regiones de Bolivia, con la Coordinadora Audiovisual Indígena Originaria de Bolivia (CAIB). El plan nacional y el trabajo nuestro tiene que ver con un destape de la producción indígena, que no existía, y que en cierto momento ha sido la única producción sostenida que ha habido en Bolivia; es decir, los indígenas son los que más han producido, más allá de las productoras.
En esta década se han realizado más de 300 producciones. Llevamos 5 años en producción televisiva. Se ha creado la televisión indígena del norte de la Paz, que es un laboratorio. El año pasado se creó el Sistema Regional de Radio y Televisión y las unidades de televisión en varias regiones de Bolivia. Es decir, la producción está creciendo. Cuando hablo de unidades de televisión y video no es que solo se haga producción televisiva, es que se trata de un tipo de televisión que puede ser un poco más documental, de reportaje, ficción, pero que se lance hacia la televisión. Existe un impacto por parte del proceso político en Bolivia a través de la comunicación, porque el plan nacional surge desde un principio para fortalecer la unidad, el dialogo intercultural, entre organizaciones, comunidades, el conocimiento mutuo, la reflexión y para fortalecer las reivindicaciones sociales y políticas de los pueblos indígenas. Para eso hemos trabajado todos estos años.
Nosotros nacimos del acercamiento del sector popular que estaba tratando de hacer algo de cine, audiovisual, como era en esa época. Estuvimos ligados a experiencias anteriores como el cine minero, que se inició en el año 1983, pero tampoco tenía las condiciones para su continuidad.
También frente a ese panorama, donde se hacían muchos proyectos, venían muchos antropólogos, pero no había esa idea de generar procesos útiles a las necesidades de la gente, era todo ligado a la investigación, ligado a lo antropológico, etnográfico.
En esa época estaba de moda la antropología visual y CEFREC nació para ir en contra de esa corriente, que sean procesos que la gente los pueda desarrollar desde su necesidad, desde su cosmovisión, de su potencialidad. Para desarrollar su estrategia de comunicación, ser sujeto pleno de esa comunicación, y democratizar ese panorama que realmente estaba siendo muy excluyente, lo nuestro siempre fue trabajar, sumarnos a esa reconstrucción propia e imaginario.
Muchos compañeros que ahora son de CEFREC son hijos de mineros que vienen de la primera época de CEFREC, así comenzamos poco a poco. Trabajamos muchos en los sectores populares, barrios.
Desde los años 90 comenzamos a relacionarnos con los sectores campesino e indígena y a usar lo audiovisual para generar imagen, reflexión y propuesta en el debate. Hacíamos campañas, tocábamos temas que de pronto no estaban muy debatidos, y al mismo tiempo era un proceso de formación en diferentes ciudades, regiones, centros culturales. Por ejemplo, temas como la conversión de la hoja de coca.
Los primeros años fueron mucho de formación, pero también de divulgación y trabajo comunitario. Poco a poco eso fue siendo más visible y ese instrumento se volcó a las ciudades. En el año 1999, y después de 4 años de trabajo, se presentan en la ciudad deLa Pazlas primeras producciones audiovisuales hechas por las comunidades indígenas. Primera película de ficción, documentales, fue un momento muy importante, porque fue una sorpresa para muchos de un sector de la sociedad y para los cineastas, que hacen comunicación; les marcó el inicio del cine hecho por las mismas comunidades.
Y que son otras propuestas, que tienen que ver con otras filosofías, la forma de producción, formación, capacitación de cómo entender lo audiovisual y la comunicación, de una construcción plurinacional, como se dice: la descolonización.
Todo eso son procesos que se fueron dando desde un principio tanto desde CEFREC comola CoordinadoraAudiovisualIndígena Originaria de Bolivia (CAIB), que se creó en 1996, en las primeras festividades que se hicieron en el marco de el lanzamiento de comunicación.
¿Y cómo funciona esa capacitación que dan personas no indígena? ¿Qué pasa con la mirada indígena?
Ha sido un proceso largo, de muchos años. Nuestro trabajo se enmarca en romper el modelo de formación académico, porque son modelos muy limitantes, más bien reflejan una sociedad individual. Nuestra forma de trabajo es práctica y teoría.
Lo indígena es algo muy amplio donde hay muchas miradas y también se encuentra algo en común, es esa búsqueda de lo común y lo particular de cada cultura y lo que decimos, es buscarle un nuevo valor y darle contenido a lo audiovisual. Nuestra formación es política y comunicacional, no es sólo una formación técnica, sino que es parte de los derechos, de la realidad, y entonces desde la comunicación ser parte de ese proceso de descolonización, reflexión, construcción alternativa, plurinacionalidad, como llamamos en Bolivia. Y se va dando un poco ese proceso donde todas las culturas y cosmovisiones tienen el mismo peso y la posibilidad de tener sus derechos reconocidos e implementados.
Puede ser que falte mucho, pero esa es la decisión. Cómo hacer eso si no hay presencia en los medios y no hay cine propio, una televisión. Es muy difícil realmente ir transformando esa realidad, esa realidad comunicacional también. Donde todavía queda mucho por hacer, que es muy despareja. Todavía está en manos de lo privado, de los comerciales.
¿Qué proceso cinematográfico (audiovisual) está atravesando Bolivia actualmente?
En el marco específico audiovisual estamos trabajando ahorita en formación de mujeres en lo audiovisual. Hemos empezado un nuevo período con varias mujeres de varias regiones de Bolivia que están trabajando el tema específico de lo audiovisual y televisión, tanto producción televisiva como documental. Estamos también desarrollando espacios en lo que son las series televisivas dramatizadas, vamos trabajando alternativas.
También hemos empezado a hacer un amplio trabajo de intercambio y experimentación en diferentes géneros. En formatos experimentales, animación o documentales creativos, y en el 2011 hemos desarrollado como 20 cortometrajes que van de 3 minutos a 20 minutos. Y son realizados por diferentes equipos y regiones de Bolivia, y sobre todo se ha concentrado una etapa muy importante en la región de Copacabana, del lago Titicaca, para la búsqueda de estas formas donde podemos ir expresándonos.
Esta etapa de experimentación que hemos estado desarrollando, ha sido en conjunto con Wapikoni Mobile, de Canadá, y hemos hecho una conjunción de la experiencia de ellos y la experiencia nuestra. Lo interesante de ellos es que han experimentado mucho los formatos cortos.
Y estamos en esa etapa en la que vamos conjugando el acompañamiento más político, la formación más integral, desde los derechos, desde lo que es el marco legislativo nacional e internacional. Y también vamos buscando cómo podemos ser más efectivos en la producción de los mensajes, hay que estar en constante búsqueda para llegar al público. Aunque para nosotros la prioridad es el público comunitario. Pero también, si no se hace un trabajo de divulgación y sensibilización en la sociedad en general, las propuestas y los puntos de vistas indígenas tampoco son tomadas tan en cuenta. Entonces son una conjunción de las dos cosas.
Para esta etapa también estamos preparando el segundo largometraje, que va hacerse en el sistema plurinacional y se va estar rodando en el segundo semestre.
Es todo un proceso desde que el guión sale de la comunidad hasta que se lleva a la divulgación. No es tanto el producto lo que nos interesa, sino el proceso que conlleva. Ese proceso ayuda en reafirmar la identidad, el uso del idioma, de dónde somos, dónde vamos, de recordar cuentos e historias, de afirmarse de esa cosmovisión.
¿Cual es el género que más predomina en las comunidades?
El género que más ha llamado la atención en las comunidades es la ficción, también hemos trabajado muchos documentales educativos. Pero en general, si no se hace una búsqueda, si no se tiene alternativa, si no se tiene una creatividad desarrollada de la búsqueda de los géneros y la forma de expresión, se puede repetir lo que hace la otra comunicación: nos llenan con documentales con demasiada información, con una voz en off que trata de ponerte en la cabeza lo que quiere. Entonces lo que hacemos es que la gente se exprese y los documentales van a llegar a la gente en cuanto ellos se identifiquen.
La ficción tiene un público más cautivo, porque la ficción recupera la oralidad, ceremonias, las manifestaciones artísticas, la música. En la ficción tiene más relevancia lo comunitario y la sociedad en general. Pero eso siempre depende de la necesidad y la utilidad que se tenga. Por ejemplo, se hizo un documental dela AsambleaConstituyente, ese es imposible hacerlo ficción, y ha sido muy importante y hasta hoy en día se sigue utilizando en comunidades y en muchas regiones.
Cada género tiene su potencial, pero siempre tenemos que estar en esa búsqueda de cómo podemos comunicar mejor.
¿Qué es para tí el cine indígena?
Lo veo como una posibilidad de expresión de culturas, no de personas; no se basa en las reglas del cine tradicional. Basarse en la misma cosmovisión propia, que no es la cosmovisión de la cultura occidental, tiene otros valores: colectivo, de reciprocidad, de interculturalidad, de complementariedad.
Y también hace la diferencia el tema económico, pero no es fundamental. Entonces no es un cine que privilegie el mercado, tiene su propia alternativa de sobrevivencia. Responde más a las necesidades comunicacionales de diferentes comunidades. Te hablo desde Bolivia. Aunque de cine indígena hay autores individuales, y es diverso porque no hay una sola forma de expresión o de mirar.
Creo que el cine indígena está en proceso de su propia identidad, no es que tenga que estar al margen del otro cine, puede estar en un festival no indígena. Pero también tiene su identidad y es importante que lo tenga porque está en desventaja, porque no está reconocido como un cine industrial, que es el que reconoce la sociedad comercial.
Más bien tiene que ver con estrategia de sobrevivencia cultural, con lucha por derechos y territorios y con todo lo que tenga que ver con esa experiencia física y espiritual, por lo tanto el cine y la comunicación indígena es una bandera de lucha por la sobrevivencia, la existencia de hoy y mañana de las culturas.