El 29 de marzo, en pleno centro de Río de Janeiro, la policía reprimió brutalmente a medio millar de manifestantes mientras los militares golpistas festejaban un aniversario más del golpe de estado de 1964.
Bajo la consigna “1964 – A Verdade” los militares golpistas brasileños decidieron festejar un año mas del golpe de estado de hace 48 años. Indignada la gente, ésta vez se auto convocó a través de las redes sociales. La cita era a las 2 de la tarde frente al Club Militar.
A esa hora, con pocos manifestantes todavía, comenzaron a ingresar al club los golpistas de a uno, bajo la protección del Batalhão de Choque da Polícia Militar y por la Guarda Municipal. “Assassino”, “fascista”, “torturador”, “covarde”, “porco”, eran algunos gritos que se escuchaban a esa altura. A medida que iban pasando los minutos y los golpistas, la gente ya era más y el ambiente se iba caldeando en ambos bandos.
Cánticos, banderas, fotos de desaparecidos fotocopiadas y repartidas, carteles escritos a mano reclamando por los desparecidos o por la apertura de los archivos de la dictadura, algunos inspirados en canciones célebres de Chico o Caetano, que junto a una teatralización sobre las ejecuciones y una pareja con máscaras de burro le daban ese “toque carioca” que arrancó alguna sonrisa y ayudó a distender un poco. También hubo lanzamiento de huevos y de pintura roja representando la sangre de los muertos y desaparecidos.
Todo iba con relativa calma hasta que la policía detiene a un joven, no supe porqué. Lo esposan y lo ponen en un patrullero del otro lado de la avenida. Inmediatamente la gente cruza y rodea el coche y ahí comienza la batalla. Gas pimienta, gases lacrimógenos, disparos con pistolas Taser, bombas que curiosamente se llaman “de efecto moral” y que deberían llamarse de efecto desorientador porque hacen mucho ruido. Una chica de 33 años vuela por los aires y resulta herida en el pecho, estómago y pierna por una cápsula de gas, por suerte sin gravedad. Ojos rojos y mucha tos, todos corríamos entre los coches. La avenida estuvo cerrada por los manifestantes algunos minutos.
Luego de éste episodio se sucedieron otros de iguales características pero con más violencia, mientras los militares salían del club al finalizar el acto. Ya a esa altura se podía ver gente rengueando a causa de los golpes.
Con algunas variantes culturales, la sensación era la de estar en una manifestación en Uruguay, con gente indignada por las mismas cosas, milicos torturadores que en Brasil no están siendo juzgados, con policías que los defienden reprimiendo de forma brutal y desmedida, y un gobierno de “izquierda” ausente y desmemoriado.
Como ha sucedido y sucede en tantos lugares donde actuó el Plan Cóndor, esto fue lo que aconteció ayer en el centro de Río.
Cidade maravilhosa!!
Damián Bentos